SALUD MENTAL Y TRABAJO
Durante la pandemia pasamos por un cambio estructural en la vida cotidiana,
en las áreas de familia, trabajo y tiempo libre, emergen vivencias cargadas de
ansiedad y depresión. Se debilitaron los organizadores sociales, la escuela, el
trabajo, las instituciones, no se delimitaban los tiempos para cada plano,
todos convivían en la misma casa. Se debilitaron los vínculos, las relaciones,
se acrecentó la complejidad.
Sumando aún más la crisis. El gobierno nacional presenta un DNU que
pretende tirar abajo toda la estructura normativa, con cambios muy intensos,
desprolijos, improvisados y muchas veces sin fundamento.
La desocupación, los bajos salarios, la precariedad laboral, el aumento
desmedido de precios, la ley de alquileres, la violencia discursiva, entre
mucho más; todo tiene un impacto en la subjetividad de los sujetos generando un
nivel de ansiedad permanente.
Cuando hablamos de salud, claro está que no a todos los atraviesa de la
misma manera, pues hay que tener en cuenta las condiciones concretas de
existencia de los sujetos.
Procurar una vida sana y ordenada no se vive igual para sectores de bajos
recursos, que para sectores de altos recursos de la población.
Por ejemplo: Las personas de recursos más bajos, donde su propio cuerpo es
tomado como herramienta de trabajo, la enfermedad aparece de manera brutal, no
pudieron observar señales de su cuerpo, no pudieron discriminar sensaciones entre
cansancio y necesidades básicas insatisfechas.
Las personas de recursos más altos cuentan con una actitud más previsora y
desarrollan actividades de cuidado (buena alimentación, descanso, tiempo libre,
tranquilidad).
Al hablar de salud mental, el quiebre que se presenta en la vida cotidiana irrumpe
en toda la sociedad
Se ha podido observar en el ámbito laboral personas en el área administrativa
con cargos altos, frases como:
“No recuerdo si te envié la
copia”
“El reclamo que te hice es
inválido, ya que hice lectura de un resumen equivocado”
“Me enviaron el mail sin el
archivo adjunto que mencionaron”
“Entregamos los cheques con
una sola firma, cuando sabemos que deben ir con las dos firmas de la cuenta”
Estos errores que antes se podían dar de forma muy aislada, hoy son moneda
corriente
Los empleados muestran en sus lugares de trabajo, estampitas con santos, vírgenes,
etc. donde parecen buscar una santa protección ante situaciones de mucha incertidumbre
y altos grados de ansiedad.
Surge aquí una pregunta.
Son señales?
Las técnicas instrumentales del yo, que están al servicio de la resolución,
en la relación yo-realidad, en términos de aprendizaje y vinculación operativa,
pierden su instrumentalidad?
Estamos frente a una desorganización del psiquismo?
Cómo atravesamos esta situación?
Indefectiblemente es necesario replantearse un cambio cultural, al
referirnos al ámbito laboral, quizás sea necesario pasar de una organización vertical
a una más horizontal, en grupo, potenciando las capacidades de cada sujeto.
Cada trabajador posee capacidades individuales, pero en grupo éstas se
potencian.
¿Qué pasaría si el trabajador haciendo uso de su capacidades puede diseñar
su propio trabajo?
¿Qué pasaría si el trabajador tuviera la posibilidad de organizar su trabajo
de acuerdo a los objetivos planteados?
¿Qué pasaría si las cargas laborales se distribuyeran con los trabajadores
necesarios en forma razonable? Y no sobrecargar a uno con funciones que hacen
tres personas?
¿Qué pasaría si el horario de trabajo los fijan los mismos trabajadores de
acuerdo al objetivo propuesto?
¿Qué pasaría si el trabajador busca consenso para poner valor a su trabajo? En
definitiva es quien colabora permitiendo ganancias a la empresa.
Pensemos juntos…
Potenciar capacidades, verse reflejado en la producción de su trabajo, el protagonismo se puede construir en forma grupal, sin un jefe que presione.
Se fortalecería el yo? Nos acercaría a la salud mental?

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